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Egipto es sinónimo de misterio y éste está presente en todo el legado de su antigua cultura.
El arte del Antiguo Egipto, como todo lo referente a su civilización, curiosamente es más perfecto mientras más antiguo es. En Egipto no se ha hallado vestigios de una evolución de menos a más, sino todo lo contrario, constituyendo esto quizá uno de sus primeros misterios.
“Como es arriba es abajo”
Fue una máxima que inspiró a un pueblo en el que todos los días, todas sus acciones, todos sus sentimientos y todos sus pensamientos estaban destinados a plasmar el cielo en la tierra, ellos trataban en todo momento de imitar a sus divinidades, ellos hacían crecer su espíritu de tal manera que sea el hombre el que se eleve hacia sus Dioses y no que sus Dioses desciendan al hombre. Por esta razón el arte egipcio es sagrado aun cuando se represente la cotidianidad. Las figuras, formas y colores están traspasados de Vida, tanto así que aun hoy, después de cientos de años de su desaparición como civilización, nos asombra el ver y sentir una fuerza especial que nos impacta.
Los artesanos no eran gente que tenía sólo cierta habilidad, eran seres que vivían en comunión con lo bello y lo sagrado, no eran artesanos porque les gustaba sino porque se comprobaba a través de diferentes maneras que realmente habían escuchado “el llamado” y lo demostraban en cada prueba a las que se sometían antes de ser admitidos en el “Lugar de Verdad” que era la Aldea de los Artesanos.
De manera mágica extraían los materiales para sus obras, estos secretos perdidos ya eran transmitidos de maestros a discípulos dentro de la Cofradía de Artesanos. Amaban y respetaban sus herramientas porque eran los medios que les permitían, a través del trabajo, acercarse más a Dios.